Marcelo Daniel Gallardo (34), días antes del último encuentro frente a Tigre como condición de local del Clausura 2010, había anticipado en una conferencia de prensa que daría un paso al costado en la institución millonaria que lo vio crecer y que le otorgó un espacio para eclipsar con sus fintas y tiros a puerta deliciosos al ambiente futbolero.
Una hipótesis lógica que podemos deducir de su decisión, es que lamentablemente sus ganas de seguir jugando al nivel que exige River Plate no estaban a la misma altura que las pretensiones que le demandaba su deteriorado físico de un hombre de 3 décadas y monedas. En su tercer período en River, 2009-2010, alternó buenas y malas actuaciones, pero sus continuas y reincidentes lesiones, como por ejemplo esa maldita pubalgia, le jugaron una mala pasada dejándolo más tiempo en una camilla de kinesiología que en el lugar donde los futbolistas son libres y felices, una cancha de fútbol.
Con esta triste noticia, los hinchas riverplatenses comenzaron a confeccionar la gran fiesta de despedida que se merece un ídolo de un club. El día del partido llegó y el estadio Antonio V. Líberti, más conocido como el Monumental, se vistió de gala para despedir a un referente histórico que le dio muchísimas alegrías y satisfacciones materializadas en títulos. Al estadio acudieron alrededor de 40.000 hinchas para ver por última vez con la banda roja cruzada al pecho a Gallardo. Estaba todo armado para que sea un retiro de ensueño. Es más, el DT de River, Angel Cappa, públicamente había declarado que el Muñeco iba a entrar por lo menos 15 minutos.
Sin embargo, un aluvión de goles de Tigre en el primer tiempo, más precisamente la leonina suma de 5 tantos, derrumbó toda la estructura que se había construido entorno al fin del ciclo de Gallardo. Para el arranque del segundo tiempo, Cappa puso en cancha de movida a Buonanotte y al paraguayo Rojas reemplazando a Pereyra y Mauro Diaz respectivamente. Le quedaba un cambio en el banco de relevos y que podría haber pensado Don Angel... ¿Tengo un cambio más para darlo vuelta? ¿O a lo mejor puedo poner un defensor más para intentar impedir que sigan los rivales aumentando la goleada histórica? A todo esto, a los 21 minutos del 2T, se lesiona Alexis Ferrero. Jaque. El entrenador se vio en la delicada situación, pero que no deja de ser una de sus funciones, de tener que tomar él la comprometida decisión de dejar en el banco a Marcelo Gallardo en su último encuentro o ponerlo a pesar de todo. ¿Qué hizo el hombre de la gran capacidad oratoria, del fútbol ofensivo y del tiki-tiki? Paradójicamente hizo un CNC (modificando la frase de Alejandro Fabbri que dice CC, cambio cantado), cambio no cantado, y llamó a Nicolás Sanchez para que entre a la cancha para mantener la línea de 4 cuando su equipo ya perdía 5 a 0. Jaque mate. El monumental se enmudeció. Toda la fiesta preparada y Cappa no asistió. Los manuales aconsejan que si estás perdiendo y faltan 25 minutos para que termine el partido, sacrifiques un defensor, y colocas a un futbolista más ofensivo, como Gallardo. En otras palabras, Cappa le propinó inconcientemente vudú al Muñeco. Igualmente, a pesar del resultado decididamente adverso,la parcialidad millonaria, ya en el epílogo del juego, se enrojeció las palmas de tanto aplaudir a su querido ídolo.
Desde mi punto de vista, por más que algunos digan que sería manchar la carrera de Gallardo despedirlo de River con un 0-5 en contra, el jugador de fútbol quiere jugar igual. Al Muñeco lo dejaron en el estante con los demás juguetes y no jugaron más con él injustamente. Como dijo José Luis Calderón: "Gracias a Dios, Borghi me dio la oportunidad de retirarme adentro de una cancha de fútbol". Gallardo fue un brillantísimo jugador de balónpie de los pocos que abundan hoy en día en el fútbol argentino, de esos que tienen la picardía y gallardía de jugar al fútbol de una manera casi única. Fue un Muñeco fuera de serie. Señores, Chapeau!
Los números de Marcelo Gallardo en CARP:
Fotografías para el recuerdo:
Fuente: http://www.riverplate.com/
Fuente: http://www.elgrafico.com.ar/
Los hinchas millonarios y muchos periodistas se hicieron eco y juzgaron la decisión del DT. Aquí les dejo la contestación de Cappa que publicó en su blog (http://www.cappadt.blogspot.com/):
lunes 17 de mayo de 2010
Gallardo
Leyendo los mensajes de ustedes, me veo en la necesidad de explicarles el motivo por el cual Marcelo no entró a jugar un rato el último partido. No tiene nada que ver con otra cosa que no sea el respeto que tengo a jugadores de esa trayectoria que han hecho historia en un club, y en este caso nada menos que en River. Es uno de los mejores jugadores argentinos de los últimos años y, para mí en particular, uno de los modelos de donde saqué muchas cosas para después transmitirle a otros jugadores. Habíamos pensado y hablado que entraría en los últimos 20 ó 15 minutos para despedirse como merece, dentro de la cancha. Pero resulta que lo que suponíamos una fiesta para regalársela a él, se convirtió en una situación inesperada, en un baño de agua fría, y no me pareció oportuno hacerlo participar a Marcelo de esa goleada en contra. No creí que fuera lo mejor en su último partido en River tener que vivir algo tan desagradable, y preferí dejarlo al márgen y que todos nos quedemos con el acto que se hizo al comienzo. No obstante, al ver que muchos de ustedes hubieran deseado verlo en la cancha de todos modos, pienso que es posible que me haya equivocado. En ese caso pido las disculpas, pero quiero que sepan cuales fueron mis intenciones. Aprovecho para agradecer el aliento permanente de todos ustedes para el equipo a pesar del resultado en el ultimo partido, y el estímulo que recibo en todo momento para la próxima campaña, en la que ya estamos trabajando. Tratamos de acercar a River los refuerzos necesarios para que podamos aspirar a lo máximo, como le corresponde al club mas importante de este país, y uno de los más importantes del mundo. Gracias. Un abrazo y la seguimos.
Publicado por Ángel Cappa
Estoy totalmente de acuerdo en que Cappa se equivoco en no ponerlo a Gallardo por mas que iban perdiendo por goleada. El partido ya estaba definido y el muñeco se merecia una despedida jugando y no sentado en el banco.
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